domingo, 28 de noviembre de 2010

Fragmento del discurso leido por Perez Galdos ante la Real Academia Española.

Podría decirse que la sociedad llega a un punto de su camino en que se ve rodeada de ingentes rocas que le cierran el paso. Diversas grietas se abren en la dura y pavorosa peña, indicándonos senderos o salidas que tal vez nos conduzcan a regiones despejadas(…). Contábamos, sin duda, los incansables viajeros con que una voz sobrenatural nos dijera desde lo alto: por aquí se va, y nada más que por aquí. Pero la voz sobrenatural no hiere aún nuestros oídos y los más sabios de entre nosotros se enredan en interminables controversias sobre cuál pueda o deba ser la hendidura o pasadizo por el cual podremos salir de este hoyo pantanoso en que nos revolvemos y asfixiamos. Algunos, que intrépidos se lanzan por tal o cual angostura, vuelven con las manos en la cabeza, diciendo que no han visto más que tinieblas y enmarañadas zarzas que estorban el paso; otros quieren abrirlo a pico, con paciente labor, o quebrantar la piedra con la acción física de substancias destructoras; y todos, en fin, nos lamentamos, con discorde vocerío, de haber venido a parar a este recodo, del cual no vemos manera de salir, aunque la habrá seguramente, porque allí hemos de quedarnos hasta el fin de los siglos

miércoles, 20 de octubre de 2010

Mucho más allá - Alejandra Pizarnik

¿ Y si nos vamos anticipando
de sonrisa en sonrisa
hasta la última esperanza?

¿Y qué?
¿Y qué me das a mí,
a mí que he perdido mi nombre,
el nombre que me era dulce sustancia
en épocas remotas, cuando yo no era yo
sino una niña engañada por su sangre?

¿A qué , a qué
este deshacerme, este desangrarme,
este desplumarme, este desequilibrarme
si mi realidad retrocede
como empujada por una ametralladora
y de pronto se lanza a correr,
aunque igual la alcanzan,
hasta que cae a mis pies como un ave muerta?
Quisiera hablar de la vida.
Pues esto es la vida,
este aullido, este clavarse las uñas
en el pecho, este arrancarse
la cabellera a puñados , este escupirse
a los propios ojos, sólo por decir,
sólo por ver si se puede decir:
"¿es que yo soy? ¿ verdad que sí ?
¿no es verdad que yo existo
y no soy la pesadilla de una bestia?"

Y con las manos embarradas
golpeamos a las puertas del amor.
Y con la conciencia cubierta
de sucios y hermosos velos,
pedimos por Dios.Y con las sienes restallantes
de imbécil soberbia
tomamos de la cintura a la vida
y pateamos de soslayo a la muerte.

Pues esto es lo que hacemos.
Nos anticipamos de sonrisa en sonrisa
hasta la última esperanza.

sábado, 4 de septiembre de 2010

El problema del arte - Tolstoi

Para la producción del más sencillo baile, ópera, opereta, cuadro, concierto o novela, millares de hombres se ven obligados a entregarse a un trabajo que muy a menudo resulta humillante y penoso. Menos mal si los artistas cumplieran por si mismos la suma de trabajo que requieren sus obras; pero no ocurre así, porque necesitan el auxilio de numerosos obreros. Este auxilio lo obtienen de distintos modos, ya en forma de dinero dado por los ricos, ya en forma de subvenciones otorgadas por el Estado; en este caso, el dinero que reciben proviene del pueblo, que, en su mayoría, tiene que privarse de lo necesario para pagar la contribución y no goza jamás de lo que llaman esplendores del arte.

Podría comprenderse esto en rigor para un artista griego o romano, o hasta para un ruso de la primera edad del siglo XIX, cuando habla aún esclavos, pues esos artistas podían considerarse con derecho a ser servidos por el pueblo. Pero ahora, cuando todos los hombres tienen un vago sentimiento de la igualdad y de sus derechos, no es posible admitir que el pueblo continúe trabajando, a su pesar, en favor del arte, sin decir antes, de un modo indubitable, si el arte es bastante bueno e importante para cohonestar todos los daños que engendra.

Es necesario, pues, en una sociedad civilizada en que se cultiva el arte, preguntarse si todo lo que pretende ser un arte lo es verdaderamente, y si (como se presupone en nuestra sociedad) todo la que es arte resulta bueno por serlo y digno de los sacrificios que entraña. El problema es tan interesante para los artistas como para el público, pues se trata de saber si lo que aquellos hacen tiene la importancia que se cree, o si simplemente los prejuicios del medio en que viven, les hacen creer que su labor es meritoria. También debe averiguarse si lo que toman a los otros hombres, así para las necesidades de su arte, como para las de su vida personal, se halla compensado por el valor de lo que producen. ¿Qué es ese arte considerado como cosa tan preciosa e indispensable para la humanidad?

¿Preguntáis lo que es el arte? ¡Grave pregunta! ¡El arte es la arquitectura, la escultura, la pintura, la música y la poesía bajo todas sus formas! Esto es lo que no dejan de contestar el hombre vulgar y el aficionado, y hasta el artista mismo, en la seguridad de que no se equivocan y que se trata de cosas perfectamente claras. Podríamos, sin embargo, preguntaréis: ¿No hay en arquitectura edificios que no son obras de arte y otros que, con pretensiones artísticas, son feos y desagradables a la vista, y que por lo tanto no pueden ser considerados como obras de arte?

¿No ocurre lo mismo en escultura, en música y en poesía? ¿Dónde reside entonces la señal característica de las obras de arte? El arte, en todas sus formas, hállase limitado, de un lado, por la utilidad práctica, del otro por la fealdad y la impotencia para producir arte. ¿Cómo se distinguirán esas dos cosas que le limitan? A tal pregunta, el hombre vulgar de nuestra sociedad que se llama cultivada, y hasta el artista, si no ha cuidado mucho de la estética, tienen respuesta preparada. Os dirán que esa respuesta se formuló hace mucho tiempo, y que nadie debe ignorarla. El arte, afirmarán, es una actividad que produce la belleza.

Pero -les objetaréis- si en esto consiste el arte, ¿son obras de arte un baile o una ópera bufa? El hombre instruido y el artista os contestarán aún, pero ya con cierta vacilación: SI; un buen baile y una linda ópera bufa también son arte, pues equivalen a manifestaciones de la belleza.

SI preguntáis en seguida a vuestros interlocutores cómo distinguen un buen baile y una linda ópera bufa de las malas, mucho les costará responder. Y al preguntarles en seguida si la actividad de atrecistas y peluqueros, si la actividad de costureras y sastres, de perfumistas y cocineros también es arte, os contestarán probablemente negándolo. Se engañarán en ello, porque son hombres vulgares y no especialistas y no se ocuparon en asuntos estéticos. Si les preocuparan tales asuntos, habríanse apresurado a leer en la obra del gran Renán, Marco Aurelio, una disertación que prueba que la labor del sastre es obra de arte, y que los hombres que no ven en los adornos de una mujer la más alta manifestación artística, son seres sin inteligencia, espíritus estrechos. Este es el gran arte, dijo Renán. Deberían saber también vuestros interlocutores que, en la mayoría de los sistemas estéticos modernos, el traje, los perfumes y hasta la cocina están considerados como artes especiales. Tal es en particular el parecer del sabio profesor Králik en su Belleza Universal, ensayo de estética general, así como el de Guyau, en sus Problemas de la estética contemporánea.

Existe un pentáculo de las artes, fundado en los cinco sentidos del hombre, dice Králik, y puntualiza, en consecuencia, las artes del gusto, del olfato, el tacto, el oído y la vista.

De las primeras, las del gusto, dice: Se ha generalizado demasiado la costumbre de admitir sólo dos o tres sentidos como dignos de proporcionar materia para un conjunto artístico. No se negará, sin embargo, que sea una producción estética la que el cocinero consigue hacer, cuando convierte el cuerpo de un animal muerto en objeto de placer para el hombre.

Igual opinión campea en la obra citada del francés Guyau, muy estimado por gran número de escritores contemporáneos. Habla muy seriamente del tacto, del gusto y del olfato como capaces de producirnos impresiones estéticas: Si el color falta al tacto, nos produce en cambio una noción que la vista sola no puede darnos, y que tiene un valor estético considerable, la de lo suave, lo liso, lo aterciopelado. Lo que caracteriza la belleza del terciopelo es la suavidad al tacto, cualidad que agrada tanto por lo menos como su brillantez. Al formarnos idea de la belleza de una mujer, lo satinado de su piel es un elemento esencial. Fijándonos algo, recordaremos los goces del gusto, que son verdaderos goces estéticos. Y Guyau cuenta, a guisa de ejemplo, que un vaso de leche que bebió le produjo un goce estético.

De todo ello resulta que la concepción del arte, consistente en manifestar la belleza, no es tan sencilla como parece. Pero el hombre, vulgar o refinado, no conoce esto o no quiere conocerlo, y está firmemente convencido de que todos los problemas del arte pueden resolverse claramente con sólo reconocer la belleza como única materia del arte. Le parece comprensible y evidente que el arte consiste en manifestar la belleza. La belleza le parece que basta para resolver cuanto al arte concierne.

¿Qué es, pues, esa belleza, qué forma la materia del arte? ¿Cómo se la define? ¿En qué consiste?

Como sucede siempre, cuanto más confusas y nebulosas son las ideas sugeridas por la palabra, con más aplomo y seguridad se emplea esta palabra y se sostiene que su sentido es demasiado claro, para que valga la pena de definirlo.
Esto es lo que ocurre de ordinario en los problemas religiosos, y también ocurre con esta concepción de la belleza. Se admite como fuera de duda que todos saben y comprenden lo que significa la palabra belleza. Y sin embargo, la verdad es que no sólo no todos lo saben, sino que, a pesar de que se han escrito montañas de libros acerca de tal asunto, desde hace ciento cincuenta años (desde que Baumgarten fundó la estética en 1750), la cuestión de saber lo que es la belleza no ha podido ser resuelta todavía, y cada nueva obra de estética da a tal pregunta una respuesta nueva. Una de las últimas obras que he leído acerca de tal materia, es un librito alemán de Julio Mithalter, titulado el Enigma de lo Bello. Este título expresa el verdadero estado del problema. A pesar de que millares de sabios lo han discutido durante ciento cincuenta años, el sentido de la palabra belleza es aún un enigma.

Los alemanes lo definen a su guisa de cien modos diferentes. La escuela fisiológica, la de los ingleses Spencer, Grant Allen y otros, contesta a su manera; lo propio ocurre con los eclécticos franceses, y con Taine y Guyau, y sus sucesores; y todos estos escritores conocen y hallan deficientes todas las definiciones dadas antes por Baumgarten, Kant, Schiller, Winckelmann, Lessing, Hégel, Schopenhauer, Hartmann, Cousín, y otros mil.

¿Cuál es, pues, esa extraña expresión de la belleza, que tan sencilla parece a los que de ella hablan sin conocimiento de causa, pero que nadie llega a definir, desde hace ciento cincuenta años, lo cual no impide que todos los estéticos funden en ella todas sus doctrinas de arte?

En nuestra lengua rusa, la palabra krasota (belleza) significa simplemente lo que gusta a la vista. Y aun cuando, desde hace algún tiempo, se habla de una acción fea, de una música bella, eso no es buen ruso.

Un ruso del pueblo, que ignore las lenguas extranjeras, no os comprenderá si le decís que un hombre que da cuanto tiene hace una bella acción, o que una canción tiene una música bella. En nuestra lengua rusa, puede ser una canción caritativa, o buena, o mala, o execrable. Una música puede ser agradable y buena, o desagradable y mala. Pero no hay ni una acción bella ni una música bella. La palabra bello únicamente puede aplicarse a un hombre, a un caballo, a una casa, a un sitio, a un movimiento. De modo que la palabra y la noción de lo bueno implican para nosotros, en determinado orden de asuntos, la noción de lo bello; pero la noción de lo bello, por el contrario, no implica necesariamente la noción de lo bueno.

Cuando decimos de un objeto que apreciamos por su apariencia visible que es bueno, entendemos que este objeto es bello, pero si decimos que es bello no supone esto, necesariamente, que lo creamos bueno.

En las otras lenguas europeas, es decir, en las lenguas de las naciones entre las cuales se ha esparcido la doctrina que hace de la belleza la condición esencial del arte, las palabras bello, schoen, beautiful, beau, etc., guardando su sentido primitivo, expresan la bondad hasta el punto de convertirse en substitutos de la palabra bueno. Frecuentemente en esas lenguas se emplean expresiones como éstas: Un alma bella, un pensamiento bello, o una bella acción. Estas lenguas han acabado por no tener palabra propia para designar la belleza de la forma, y se ven obligadas a recurrir a combinaciones de palabras tales como: De bellas formas, de bella apariencia, etc.

¿Qué es, pues, esa belleza que de continuo cambia de sentido según los países y las épocas?

Para contestar a tal pregunta, para definir lo que las naciones europeas entienden hoy por belleza, me veré obligado a citar algunas definiciones de la belleza, admitidas en los sistemas estéticos actuales. Ruego al lector que no se aburra mucho al leer tales citas, y que se resigne, a pesar de su aburrimiento, a leerlas, o por mejor decir, a leer algunos de los autores que voy a citar en extracto. Para no hablar más que de obras muy sencillas y sumarias, tómese por ejemplo la alemana de Králik, la inglesa de Knikht, la francesa de Lévêque. Es indispensable haber leído una obra de estética para formarse idea de la divergencia de opiniones y de la oscuridad que reina en esa región de la ciencia filosófica.

He aquí, por ejemplo, lo que dice el tratadista de estética, el alemán Schásler, en el prefacio de su famosa, voluminosa y minuciosa obra de estética: En ninguna parte, en el dominio de la filosofía, es tan grande la disparidad de opiniones como en estética. Tampoco en ninguna parte se halla tanta palabrería hueca, un empleo tan constante de tecnicismos vacíos de sentido o mal definidos, una erudición más pedantesca y al propio tiempo más superficial. Y, en efecto, basta leer la propia obra de Schásler para convencerse de la acertado de esta observación.

Sobre el mismo asunto ha escrito Verón, en el prefacio de su notable obra de estética, lo siguiente: No hay ciencia que, como la estética, se haya prestado a las lucubraciones de los metafísicos. Desde Platón hasta las doctrinas oficiales de nuestros días, se ha hecho del arte una informe amalgama de misterios trascendentales y de teorías llevadas a la quintaesencia, que hallan su expresión suprema en la concepción absoluta de lo bello ideal, prototipo inmutable y divino de las cosas reales.

Tómese el lector la molestia de pasar la vista por las definiciones siguientes de la belleza, expresadas por los tratadistas de estética de gran renombre; y podrá juzgar por sí mismo cuán verdadera es la crítica de Verón.

No citaré, como se acostumbra, las definiciones de la belleza atribuidas a los antiguos, Sócrates, Platón, Aristóteles y los otros hasta Plotino, pues en realidad, como explicaré después, los antiguos tenían del arte una concepción distinta a la que forma la base y el objeto de nuestra estética moderna. Aplicando a nuestra concepción presente de la belleza los juicios que acerca de ella formaron, se da a sus palabras un sentido que no es el suyo propio.

jueves, 22 de abril de 2010

Arte y Vida. La satisfacción espiritual del ser humano de crear arte nuevo, continuamente renovando la forma y el contenido.

Me encuentro en mi habitación, meditando, escucho algo de música new age, leyendo varias de mis acostumbradas lecturas, prendo un incienso, abro la ventana, de fondo el sonido de la noche, recordando algunas clases de semiología siendo esta ciencia la que estudia la creación, significación y re-significación de los diferentes signos y símbolos que el hombre ha creado para poder comunicarse y vivir mejor por decirlo así, me hice varias preguntas, como el hombre ha creado varias formas de expresarse, como el lenguaje, los signos, pasando por la pintura, la tan amada música y poesía, la palabra, la danza, la actuación entre muchas más.

De repente vi la conexión entre todas estas artes, los signos, iconos y símbolos, cuando pensamos o recordamos alguna foto, vienen a nuestra mente todos estos factores, desde lo que oímos en ese momento, así como el lugar, que letrero había, colores, olores, siempre estamos tratando de conectar todos estos recuerdos. Sin saber estamos utilizando la semiótica, queremos recordar cada detalle para sentirnos más cerca de lo que fue ese momento.

La satisfacción espiritual del ser humano está en correspondencia con las circunstancias que le proporciona el tipo de sociedad en que se desarrolla. El individuo comienza a establecer un sistema de relaciones que enriquecen su quehacer social y cultural.

En la vida espiritual de la sociedad en que vivimos, el arte adquiere, junto con la ciencia, una significación cada vez mayor.
Dentro de este sistema de relaciones, la apreciación estética constituye una necesidad, un imperativo que educa al hombre, lo instruye y transforma sus puntos de vista. Las cualidades y los gustos estéticos, saber comprender y crear lo bello en el arte y la realidad, son rasgos indispensables del hombre universalmente desarrollado.

Aquí está el ejemplo del movimiento vanguardista este movimiento buscaba innovación en la producción artística; se destacaban por la renovación radical en la forma y el contenido; exploraban la relación entre arte y vida; y buscaban reinventar el arte confrontando movimientos artísticos anteriores.

Otro ejemplo claro es el modernismo todas estas denominaciones hacen referencia a la intención de crear un arte nuevo, llevando a cabo una ruptura con los estilos dominantes en la época, tales como el historicismo o el eclecticismo. Aquí se trata de crear una estética nueva, en la que predomina la inspiración en la naturaleza a la vez que se incorporan novedades derivadas de la revolución industrial.

La libertad de expresión, que se manifiesta alterando la estructura de las obras, abordando temas tabú y desordenando los parámetros creativos: en poesía se rompe con la métrica y cobran protagonismo aspectos antes irrelevantes, como la tipografía; en arquitectura se desecha la simetría para dar paso a la asimetría; en pintura se rompe con las líneas, las formas, los colores neutros y la perspectiva.
Por poner un ejemplo claro, entre música, semiología, pintura y poesía, que un acorde musical menor suene y de la sensación de estar triste no es algo que es casualidad hay todo un conjunto de factores que llevan a que ese acorde me haga sentir triste, en ese momento vienen colores, recuerdos, signos, palabras a mi mente.
Podemos concebir a la semiología musical como el estudio de la semiosis que ocurre al interior de una comunidad musical, cuando esta produce, ejecuta o escucha música. Sin embargo, la semiología musical abarca mucho más.

La semiología musical por llamar de otro modo a la semiología aplicada a la música, analiza todo aquello que nos permite entender un hecho musical en su totalidad: desde los procesos de creación e interpretación de una obra, hasta los de percepción, pasando por la estructura interna de dicha obra, a partir del análisis de su partitura. Por ello, es dominio de la semiología musical el estudio de las influencias que tuvo un compositor para crear una determinada pieza, los recursos musicales que utilizó, la manera en la que están articulados los diferentes sonidos y elementos de ésta y las emociones, imágenes, ideas y respuestas corporales que presenta un determinado escucha al percibirla, entre otros.

La semiosis por otro lado es cualquier forma de actividad, conducta o proceso que involucre signos. Incluyendo la creación de un significado. Es un proceso que se desarrolla en la mente del intérprete o músico, poeta, pintor, actor; se inicia con la percepción del signo y finaliza con la presencia en su mente del objeto del signo, y transformándolo en algo subjetivo como lo es la música.
La música es un arte libre, donde se representan los sentimientos con sonidos, bajo diferentes sistemas de composición. Cada sistema de composición va a determinar un estilo diferente dentro de la música.

El arte es un componente de la cultura, reflejando en su concepto las esencias de los seres y la transmisión de ideas y valores, inseparables a cualquier cultura humana a lo largo del espacio y el tiempo. Se suele considerar que con la aparición del Homo sapiens el arte tuvo en principio una función ritual, mágica o religiosa, pero esa función cambió con la evolución del ser humano, adquiriendo un componente estético y una función social, pedagógica, mercantil o simplemente ornamental.



Lo artísticamente verdadero sólo se alcanza por
la intuición, y más aun cuando se inicia un
camino. Aunque en la construcción general
pueda intervenir la teoría pura, el elemento
que constituye la verdadera esencia de
la creación no se crea ni se encuentra nunca
a través de la teoría; es la intuición quien da
vida a la creación.

El arte actúa sobre la sensibilidad y,
por lo tanto, sólo puede actuar
a través de ella. Con el cálculo matemático y
la especulación deductiva, aunque se basen en
medidas seguras y pesos exactos, nunca se
obtendrán resultados artísticos. No se pueden
formular matemáticamente esas medidas, ni
se encuentran esos pesos.

El artista debe mostrarse ciego ante las
formas reconocidas o no reconocidas, sordo a
las enseñanzas y los deseos de su tiempo.
Sus ojos atentos deben dirigirse hacia
su vida interior y su oído prestar únicamente
atención a la necesidad interior. Entonces
sabrá utilizar con la misma facilidad
tanto los medios permitidos como los
prohibidos.
Kandinsky

Decía un gran filósofo: La música expresa directamente la objetivación de la voluntad. Sin mediaciones. Libera y objetiva a la voluntad. Por esto el efecto de la música es mucho más poderosa y penetrante que el de las otras artes, pues éstas sólo reproducen sombras, mientras que la música, ella produce esencias. "Arthur Shopenhauer"

Existe un refrán que dice “las cosas son del color del cristal con que se mira”, en este caso, la conciencia del artista es el cristal y la coloración es dada por el total de circunstancias en las que se encuentra inmerso el artista. Existe, sin lugar a dudas, la libertad propia del artista, pero también hay ciertos límites que son los que las condiciones de su tiempo le marcan y que no le es posible evadir. Cuando el artista se expresa en estilo realista, abstracto o primitivo esto sólo obedece al sentir que experimenta en su relación con el universo. Picasso decía “Si un artista varía su forma de expresión sólo quiere decir que ha cambiado su modo de pensar” decía PICASSO y, para redondear la idea, su forma de pensar (el artista) está en gran medida determinada por el impacto de las circunstancias, en todos los órdenes que le rodean.

El artista, el músico, el genio es aquel que traspasa y da los giros más inesperados en su melodía, de lo disonante hasta la desesperación, hasta la calma más reconfortante, el genio se regocija en ambos extremos. “La obra del genio consiste en la invención de la melodía de los más profundos secretos de la esencia humana. ….Tratamos de darle forma al mundo revistiéndole de carne, de colores, concretarle en algo análogo. Este es el origen del canto con palabras, de la opera. Cuando la música es forzada a amoldarse a las palabras y a los hechos se le fuerza a hablar un lenguaje que no es el suyo”. Querer que la música se exprese en palabras es reducir a la música. La música al igual que el mundo no puede expresarse totalmente, el lenguaje es limitado para esto. Tenemos que al momento de ser ejecutada la música ya se sabe que es lo que va a expresar, cual es el carácter de lo que expresa, y no necesita palabras para explicar, lo presenta ya dado.

Nunca concluyo algo que escribo, porque a veces hoy escribo algo y mañana me entero de algo que me hace dudar de lo que escribi, pero las influencias que he tenido y los autores que he leído, los cuales están aquí mismo citados y nombrados en mi blog, así como algunos de sus escritos desde Schopenhauer, pasando por el pintor kandinsky, y los muchos poetas y escritores latinoamericanos que han de ser de mis favoritos.

Generalizando las ideas aquí planteadas, vemos como las artes, la música, la poesía, la pintura, estan ligadas de un modo tal, que todas estan conectadas con un símbolismo literario, a esto debemos que tengamos un nombre para cada movimiento literario o artistico que hubo durante los siglos, desde el ars antigua, el renacimiento, el barroco, el clasicismo, el romanticismo, el post romanticismo, el modernismo, vanguardismo, la tan apreciada música contemporanea entre muchos que se me pasan.

Cada nuevo movimiento artistico rompio los paradigmas que crearon sus antecesores, en conclusión todo en el mundo siempre se esta renovando continuamente, desde la música, el arte, la pintura, la tecnología, los medios de comunicación, el transporte, la salud, todo esto lleva consigo dentro una simbología propia de cada estudio. Necesitamos signos, señales, iconos, para vivir en armonía, los necesitamos para comunicarnos, como tambien estamos renovandolos y dandosle nuevos significados.

Termino citando a algunos autores, los cuales citas y libros son dignos de extraer algunos pensamientos...

BOECIO (480 – 524)
-La música mundana: Lo que Pitágoras llamaba la armonía de las esferas. Es la música que no podemos percibir porque somos imperfectos. Esta es la música verdadera, las demás sólo son reflejos de ella.

-La música humana: Es la unión armoniosa del alma con el cuerpo. Se comprende a través de acto de la introspección, todo aquel que se sumerge en sí mismo la entiende, ya que es una armonía psicofísica.

Por esto el efecto de la música es mucho más poderosa y penetrante que el de las otras artes, pues éstas sólo reproducen sombras, mientras que la música, ella produce esencias. "Arthur Shopenhauer"

Mi rol en la sociedad, o la de cualquier artista o poeta, es intentar expresar lo que sentimos todos. No decir a la gente cómo sentirse. No como un predicador, no como un líder, sino como un reflejo de todos nosotros. John Lennon.

Al ver a un viejo descalzo quise darle mis zapatos y me dijo no hace falta lo que importa es tu conciencia, no es importante el ropaje sino distinguir a fondo, los que van comiendo dioses y cagando demonios. Alí Primera

Todos los días deberíamos oír un poco de música, leer una buena poesía, contemplar un cuadro hermoso y si es posible, decir algunas palabras sensatas. Goethe

Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. Eduardo Galeano

"El hombre es el verdadero creador de su destino. Cuando no está convencido de ello, no es nada en la vida. Gustave Le Boni

viernes, 16 de abril de 2010

El principio de la necesidad interior. Kandinsky

La necesidad interior tiene su origen en
y está determinada por tres necesidades
místicas:

1. El artista, como creador, ha de expresar
lo que le es propio (elemento de la
personalidad ).
2. El artista, como hijo de su época, ha
de expresar lo que es propio de ella (elemento
del estilo, como valor interno, constituido
por el lenguaje de la época más el
lenguaje del país, mientras éste exista como
tal ).
3. El artista, como servidor del arte,
ha de expresar lo que es propio del arte en
general (elemento de lo pura y eternamente
artístico que pervive en todos los hombres,
pueblos y épocas, se manifiesta en las
obras de arte de cada artista, de cualquier
nación y época y que, como elemento
principal del arte, es ajeno al espacio y al
tiempo). Es suficiente con penetrar en los
dos primeros elementos con los ojos del espíritu,
para que se nos haga patente el tercero.

Entonces comprendemos que una columna
toscamente labrada de un templo indio,
está animada por el mismo espíritu que
cualquier obra viva moderna.
Se ha hablado, y sigue la discusión sobre
el factor personalidad en el arte y, con mayor
frecuencia cada día, se habla del estilo del
futuro. Aunque estas cuestiones sean muy
importantes, vistas con una perspectiva de
siglos y milenios pierden urgencia y
relevancia.

Sólo el tercer elemento, lo pura y eternamente
artístico, tiene vida eterna. No
pierde sino que gana fuerza con el tiempo.
Una escultura egipcia seguramente nos
conmueve más ahora que a sus contemporáneos:
las características vivas de la época
y de la personalidad, al mismo tiempo que
disminuían su fuerza creaban fuertes lazos
con los espectadores de su tiempo. Por otra
parte, cuanto mayor sea la intervención de
los dos primeros elementos en una obra de
arte actual, más fácil le será acceder al alma
de sus coetáneos; y cuanto mayor sea la
participación del tercer elemento, más se
debilitarán los otros dos y será más difícil
que acceda a ella. Por eso a veces tienen
que pasar siglos hasta que el valor del
tercer elemento sea captado por los
hombres.

La hegemonía del tercer elemento, en
una obra de arte es pues un signo de su
grandeza y de la del artista.
Los tres elementos místicos enumerados,
necesarios en toda obra de arte, están fuertemente
trabados e interrelacionados, expresando
en cualquier época la unidad de la
obra. Sin embargo, los dos primeros elementos,
al estar determinados por circunstancias
de tiempo y lugar, mientras que el
elemento pura y eternamente artístico está
situado fuera del tiempo y del espacio, van
formando un caparazón impenetrable.

El desarrollo artístico consiste precisamente
en el proceso de diferenciación que destaca
lo pura y eternamente artístico de elementos
que no sólo son fuerzas concomitantes sino a
la vez un freno.
El estilo personal y temporal crea en cada
época distintas formas concretas que, pese a
sus grandes diferencias aparentes, de hecho
están emparentadas de un modo tan
orgánico que pueden considerarse como una
sola forma: su sonido interior es común a
todas ellas.

Los elementos personal y temporal son
de carácter subjetivo. Toda época quiere
expresarse y reflejar su vida artísticamente.
El artista a su vez desea expresarse y para
ello elige sólo formas que le sean espiritualmente
afines.

Paso a paso se va formando el estilo de la
época, es decir, una determinada forma
exterior y subjetiva. Lo pura y eternamente
artístico, por el contrario, es el elemento
objetivo latente que se pone de manifiesto
con ayuda del elemento subjetivo.

En resumen: el producto de la necesidad
interior y, como consecuencia, la evolución
del arte, son una expresión progresiva de
lo eterno-objetivo en lo temporal-subjetivo.
Por ejemplo, las formas aceptadas hoy
son una conquista de la necesidad interior
de ayer, que se ha detenido en una cierta
etapa de la liberación. Esta libertad de hoy se
obtuvo por medio de la lucha y, como
siempre, muchos la consideran la última
palabra. Uno de los postulados de esta libertad
limitada es que el artista puede hacer
uso de cualquier forma para expresarse,
siempre que permanezca en el terreno de
las formas tomadas de la naturaleza.

Pero este postulado, como todos los anteriores, es
sólo temporal: es la expresión exterior
vigente, es decir, la necesidad externa
actual. Desde el punto de vista de la
necesidad interior, no puede hacerse esta
limitación y el artista ha de situarse sobre la
base interior actual, desprovista de su
limitación exterior, lo que podríamos
formular así: el artista puede utilizar cualquier
forma para expresarse.

Por fin vemos pues (y esto es de gran
importancia para todas las épocas, especialmente
para la nuestra ) que lo personal, el
estilo (y también accesoriamente lo nacional)
no se consigue intencionalmente, y carece
también de la importancia que hoy
se le atribuye. Y se hace evidente que la
afinidad general de las obras, que no se
debilita con el tiempo, sino que se ve potenciada,
no radica en la forma, en lo externo,
sino en la raíz de las raíces, en el
contenido místico del arte.

La sumisión a la escuela, la búsqueda de
la línea general, la exigencia en una obra
de principios y de medios de expresión
propios de la época, conducen por falsos
derroteros, y necesariamente desembocan en
la confusión, la oscuridad y el
enmudecimiento.

El artista debe mostrarse ciego ante las
formas reconocidas o no reconocidas, sordo a
las enseñanzas y los deseos de su tiempo.
Sus ojos atentos deben dirigirse hacia
su vida interior y su oído prestar únicamente
atención a la necesidad interior. Entonces
sabrá utilizar con la misma facilidad
tanto los medios permitidos como los
prohibidos.

Este es el único camino para expresar
la necesidad mística. Todos los medios son
sagrados, si son interiormente necesarios, y
todos son sacrílegos si no brotan de la
fuente de la necesidad interior.
Por otra parte, aunque hoy se teorice
hasta el infinito acerca de este tema, la
teoría es prematura. En el arte la teoría
nunca va por delante arrastrando tras de
sí a la praxis, sino que sucede todo lo contrario.
En arte todo es cuestión de intuición,
especialmente en sus inicios.

Lo artísticamente verdadero sólo se alcanza por
la intuición, y más aun cuando se inicia un
camino. Aunque en la construcción general
pueda intervenir la teoría pura, el elemento
que constituye la verdadera esencia de
la creación no se crea ni se encuentra nunca
a través de la teoría; es la intuición quien da
vida a la creación.

El arte actúa sobre la sensibilidad y,
por lo tanto, sólo puede actuar
a través de ella. Con el cálculo matemático y
la especulación deductiva, aunque se basen en
medidas seguras y pesos exactos, nunca se
obtendrán resultados artísticos. No se pueden
formular matemáticamente esas medidas, ni
se encuentran esos pesos.

La medida y el equilibrio no están fuera
sino dentro del artista, constituyendo lo
que podríamos llamar su sentido del límite,
su tacto artístico —cualidades innatas del
artista que se potencian hasta la revelación
genial gracias al entusiasmo. En este sentido
hay que entender también la posibilidad de
aquel bajo continuo en la pintura presagiado
por Goethe. Por el momento sólo intuimos
una gramática pictórica de este tipo; cuando
se realice se basará no tanto en las leyes
físicas (como se ha intentado y se insiste en
intentar con el cubismo), sino en las leyes
de la necesidad interior, que podemos
calificar de anímica.

Se observa pues que en el fondo de cada
pequeño problema, y en el del mayor problema
de la pintura, se halla siempre el
factor interior. El camino en el que nos movemos
actualmente y que constituye la
mayor felicidad de nuestra época, es el del
despojo de lo externo para oponerle
su contrario: la necesidad interior.

El espíritu, como el cuerpo, se fortalece y desarrolla
con el ejercicio. El cuerpo abandonado
se vuelve débil e impotente, y lo mismo le
sucede al espíritu. La intuición innata del
artista es un talento evangélico que no
debe enterrar. El artista que no hace uso
de sus dotes no es más que un esclavo
perezoso.

Por lo tanto es necesario, y en ningún
caso nocivo, que el artista conozca el punto
de partida de estos ejercicios, que consiste
en la ponderación del valor interior de su
material con una balanza objetiva; es
decir, en nuestro caso, en el análisis del
color, que tiene que actuar sobre distintas
personas.

jueves, 25 de marzo de 2010

KANDINSKY WASSILY - De Lo Espiritual En El Arte

Aquí nos encontramos también con sabios profesionales, que recuerdan cómo las Academias recibieron en su día teorías ahora indiscutibles y aceptadas por ellas mismas, y con expertos en Arte que escriben libros elogiosos y profundos sobre lo que ayer juzgaban absurdo. Con estos libros levantan unas barreras, superadas ya por el Arte, y erigen otras que, según ellos, permanecerán inmóviles y siempre válidas. En su intento no se dan cuenta de que no construyen barreras delante, sino detrás del Arte. Y en caso de percatarse de ello, escribirán nuevos libros que las lleven un poco más allá. Hasta que no comprendan que el principio externo del Arte tiene validez únicamente para el pasado y nunca para el futuro, su actividad no sufrirá cambio alguno. No hay ninguna teoría de este principio que va a regir el camino futuro que puede situarse en el reino de lo no-material.


La literatura, la música y el arte son los sectores más sensibles y los primeros en registrar el giro espiritual de una manera real, reflejando la sombría imagen del presente, y la intuición de algo grande, todavía lejano e imperceptible para la gran masa; una gran oscuridad aparece apenas esbozada, volviéndolos sombríos. Por otro lado, se apartan del contenido sin alma de la vida actual adentrándose en temas y ambientes que dejan vía libre a los afanes y a la búsqueda no material de almas sedientas.

La intuición poética, el empleo adecuado de una palabra y su repetición interior dos, tres y más veces consecutivas, producen el desarrollo de su sonido interno, y pueden descubrir otras insospechadas cualidades espirituales de la palabra. Por último, la repetición continua de una palabra (un juego predilecto de la juventud después olvidado) hace que ésta pierda su sentido. Se puede olvidar incluso el significado abstracto del objeto designado descubriéndose el puro sonido de la palabra. Inconscientemente, este sonido puro también puede oírse en consonancia con el objeto real o con el objeto abstracto. En este último caso, el sonido puro está en primer plano y actúa directamente sobre la mente, produciendo una vibración sin objeto que es más compleja, yo diría más trascendente, que la conmoción anímica provocada por el sonido de una campana, de una cuerda, de una madera que cae, etc....


La libertad total, medio necesario en el que ha de desenvolverse el Arte, no puede ser absoluta. A cada época le corresponde un nivel determinado de esta libertad, y ni la fuerza más genial podrá escapar de sus límites. Pero este determinado nivel ha de ser alcanzado, y de hecho se llega a él ¡a pesar de todas las resistencias que se le opongan!


Lo hasta ahora mencionado han sido los primeros brotes de esta tendencia hacia lo no-natural, lo abstracto, la naturaleza interior, que consciente o inconscientemente responde a la frase de Sócrates: ¡Conócete a ti mismo! Conscientemente o no, los artistas vuelven su atención hacia su material propio, estudian y analizan en su balanza espiritual el valor interno de los elementos con los que pueden crear.
Esto produce espontáneamente su consecuencia natural: la comparación de los propios elementos con los de otras artes. La enseñanza más valiosa la da la música. Casi sin excepciones, la música ha sido siempre el arte que ha utilizado sus propios medios para expresar la vida interior del artista y crear una vida propia, y no para representar o reproducir fenómenos naturales.
El artista, cuyo objetivo no es la imitación de la naturaleza, aunque sea artística, sino que lo que pretende es expresar su mundo interior, ve con envidia cómo hoy este objetivo se alcanza naturalmente y sin dificultad en la música, el arte más abstracto. Es lógico que se vuelva hacia ella e intente encontrar medios expresivos paralelos en su arte. Este es el origen, en la pintura actual, de la búsqueda del ritmo y la construcción matemática y abstracta, del valor dado a la repetición del color y a la dinamización de éste, etc.
La comparación entre los medios propios de cada arte y la inspiración de un arte en otro, sólo es válida si no es externa sino de principio. Es decir, un arte puede aprender de otro el modo en que se sirve de sus medios para después, a su vez, utilizar los suyos de la misma forma; esto es, según el principio que le sea propio exclusivamente. En este aprendizaje, el artista no debe olvidar que cada medio tiene una utilización idónea y que de lo que se trata es de encontrarla.



Respecto a la expresión formal, la música puede obtener resultados inasequibles para la pintura, pero, por otro lado, no tiene algunas de las cualidades de ésta. Por ejemplo, la música dispone del tiempo, de la dimensión temporal. La pintura, que carece de esta posibilidad, puede sin embargo presentar todo el contenido de la obra en un instante, lo cual es imposible para la música. Esta, externamente emancipada de la naturaleza, no necesita tomar prestadas formas externas para su lenguaje. Por el contrario, la pintura depende hoy casi por completo de las formas que le presta la naturaleza. Su labor consiste en analizar sus fuerzas y sus medios, conocerlos bien, como hace tiempo que los conoce la música, y utilizarlos en el proceso creativo de un modo puramente pictórico.
Estas diferencias son relativas -como todo en este mundo. En cierto sentido la música puede evitar la extensión en el tiempo, mientras que la pintura puede utilizarla. Nuestras afirmaciones tienen, por lo tanto, un valor relativo.
La música de repertorio, en su sentido limitado, demuestra lo lamentable que resulta utilizar medios musicales para reproducir formas externas. No hace mucho aún se hacían este tipo de experimentos. El croar de las ranas, el cacareo de las gallinas, el ruido del afilador, son números dignos de un espectáculo de variétées. divertidos como entretenimiento. Pero en la música seria estas aberraciones no son más que ejemplos del fracaso al que conduce la imitación de la naturaleza. Esta tiene su propio lenguaje, que actúa con fuerza insuperable sobre nosotros, y que no se puede imitar. Cuando se reproducen musicalmente los sonidos de un gallinero para producir el efecto de la naturaleza y situar al oyente en ésta, se pone de manifiesto claramente lo imposible e innecesario de la empresa. Todo arte puede representar cualquier ambiente, pero no imitando externamente a la naturaleza sino reproduciéndolo artísticamente en su valor interno.

Al profundizar en sus propios medios, cada arte marca los límites que lo separan de los demás, y este proceso los vuelve a unir en un empeño interior común. Así se descubre que cada arte posee sus propias fuerzas, que no pueden ser sustituidas por las de otros. De este proceso de unión nacerá con el tiempo el arte que ya hoy se presiente: el verdadero arte monumental.
Todo lo que sea profundizar en los tesoros escondidos de un arte, es una valiosa colaboración en la construcción de la pirámide espiritual que un día llegará hasta el cielo.

¿Puede la música cambiar el modo de actuar y pensar de las personas en un país?


El ombligo de los limbos (Antonin Artaud, L'ombilic des limbes)

Una sensación de quemadura ácida en los miembros, músculos retorcidos e incendiados, el sentimiento de ser un vidrio frágil, un miedo, una retracción ante el movimiento y el ruido. Un inconsciente desarreglo al andar, en los gestos, en los movimientos. Una voluntad tendida en perpetuidad para los más simples gestos, la renuncia al gesto simple, una fatiga sorprendente y central, una suerte de fatiga aspirante. Los movimientos a rehacer, una suerte de fatiga mortal, de fatiga espiritual en la más simple tensión muscular, el gesto de tomar, de prenderse inconscientemente a cualquier cosa, sostenida por una voluntad aplicada. Una fatiga de principio del mundo, la sensación de estar cargando el cuerpo, un sentimiento de increíble fragilidad, que se transforma en rompiente dolor (...)

Ventana sobre el amor

No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su viaje, a lo más alto de su vuelo: en lo más hondo, en lo más alto, nos arranca gemidos y quejidos, voces del dolor, aunque sea jubiloso dolor, lo que pensándolo bien nada tiene de raro, porque nacer es una alegría que duele. Pequeña Muerte, llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña Muerte, la llaman; pero grande, muy grande ha de ser, si matándonos nos nace.

(Eduardo Galeano)

Sólo un cuerpo

Ahí va la urna
Y yo no tengo lágrimas
Sólo besos
Y un puño alzado, erecto
Por el misterio, por la rabia

También memoria
De danzas
De alegrías
De locura

Oh amor
Te has silenciado
Si hubiese un cielo
Me sentiría feliz
Pero el cielo es una palabra
Un color, unas nubes
Y tú no estás allí...

Somos sólo un cuerpo, una carne, unos ojos
Y esa infinita capacidad de sentir

La paz del Señor y la paz de la Noche
No colman esta pena

¡Cuánto me gustaría bailar desnuda contigo
los Preludios de Chopin

y saltar
para dar gusto a la vida!


Ah, la locura y la muerte,
cómo avergüenzan
son grotescas.

(Hanni Ossot)


“Libro de los abrazos”

Lástima que Adán fuera tan bruto. Lástima que Eva fuera tan sorda. Y lástima que yo no supe hacerme entender.
Adán y Eva eran los primeros seres humanos que de mi mano nacían, y reconozco que tenían ciertos defectos de estructura, armado y terminación. Ellos no estaban preparados para escuchar, ni para pensar. Y yo... bueno, quizá yo no estaba preparado para hablar. Antes de Adán y Eva, nunca había hablado con nadie. Yo había pronunciado bellas frases, como " Hágase la luz", pero siempre en soledad.
Así que aquella tarde, cuando me encontré con Adán y Eva a la hora de la brisa, no fui muy elocuente. Me faltaba práctica.
Lo primero que sentí fue asombro. Ellos acababan de robar la fruta del árbol prohibido, en el centro del Paraíso.
Adán había puesto cara de general que viene de entregar la espada y Eva miraba al suelo , como contando hormigas. Pero los dos estaban increíblemente jóvenes y bellos y radiantes.
Me sorprendieron. Yo los había hecho; pero yo no sabía que el barro podía ser luminoso.
Después, lo reconozco, sentí envidia. Como nadie puede darme órdenes, ignoro la dignidad de la desobediencia. Tampoco puedo conocer la osadía del amor, que exige dos. En homenaje al principio de autoridad, me aguanté las ganas de felicitarlos por haberse hecho súbitamente sabios en pasiones humanas.
Entonces, vinieron los equívocos. Ellos entendieron caída donde yo hablé de vuelo. Creyeron que un pecado merece castigo si es original. Dije que peca quien desama: entendieron que peca quien ama. Donde anuncié pradera de fiesta, entendieron valle de lágrimas. Dije que el dolor era la sal que deba gustito a la aventura humana: entendieron que yo los estaba condenando al otorgarles la gloria de ser mortales y loquitos. Entendieron todo al revés. Y se lo creyeron.
Ultimamente ando con problemas de insomnio. Desde hace algunos milenios, me cuesta dormir. Y dormir me gusta, me gusta mucho, porque cuando duermo sueño. Entonces me hago amante o amanta, me quemo en el fuego fugaz de los amores de paso, soy cómico de la legua, pescador de alta mar o gitana adivinadora de la suerte, del árbol prohibido devoro hasta las hojas y bebo y bailo hasta rodar por los suelos...
Cuando despierto, estoy solo. No tengo con quien jugar, porque los ángeles me toman tan en serio, ni tengo a quién desear. Estoy condenado a desearme a mi mismo. De estrella en estrella ando vagando, aburriéndome en el universo vacío. Me siento muy cansado, me siento muy solo. Yo estoy solo, yo soy solo, solo por toda la eternidad.

Eduardo Galeano.

luz

luz

Angustia de tenerte

Mi voz impenitente te ha llamado

y mis pasos vacilantes te han buscado

por caminos donde nadie ha transitado.

¿Es que no existes? ¿Eres acaso imagen

formada en mi ilusión?

¿Fantasía o angustia de tenerte?

Te he buscado en las latitudes de mi mundo,

en los crecidos ríos donde lava

el arcoíris su bandera

en los laboratorios misteriosos de la selva

donde van las abejas encantadas

a beber sus hechizadas mieles.

En la verde sangre del racimo

donde pintan sus hojas las palmeras.

En los pozos escondidos

donde la bifurcada lengua de la sierpe

diluye sus venenos.

En la veta profunda del metal

donde los silos de la tierra

esconden sus diamantes.

En la grieta angustiada del barranco

donde el sediento cauce

está llorando por la ausente gota.

Yo sólo sé que estás dentro de mí,

desintegrando tu partícula en la mía.


Lilia Borjas

darklovers

darklovers

Presagios - Salinas

Cuánto rato te he mirado
sin mirarte a ti, en la imagen
exacta e inaccesible
que te traiciona el espejo!
«Bésame», dices. Te beso,
y mientras te beso pienso
en lo fríos que serán
tus labios en el espejo.
«Toda el alma para ti»,
murmuras, pero en el pecho
siento un vacío que sólo
me lo llenará ese alma
que no me das.
El alma que se recata
con disfraz de claridades
en tu forma del espejo.